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martes, 17 de febrero de 2015

Anatomía de Grey. Temporada 2.

Capítulo 1. Sigue lloviendo sobre mi cabeza.
"Para ser buen cirujano, hay que pensar como un cirujano. Las emociones perturban, hay que tragárselas y entrar en una sala estéril, donde el procedimiento es muy simple: cortar, suturar y cerrar. A veces, te enfrentas a una herida que no cicatriza. Una herida a la que se le saltan los puntos.
Dicen que la práctica conduce a la perfección. En teoría, cuanto más pienses como un cirujano, más cirujano serás. Cuanto mejor se te dé ser neutral, cínico, cortar, suturar, cerrar; más difícil será cambiar el chip, dejar de pensar como un cirujano, y recordar lo que se siente cuando se piensa como un ser humano."
Meredith Grey.

Capítulo 2. Suficiente es suficiente (Se acabaron las lágrimas).
"Tengo una tía que cuando te sirve cualquier cosa, te dice: 'Dime cuándo'. Mi tía decía: 'Dime cuándo'. Nosotros no lo decíamos. No decimos cuándo porque siempre existe la posibilidad de que haya más. Más tequila, más amor, más de lo que sea. Más es mejor.
Hay mucho que decir sobre el vaso medio lleno. Sobre saber decir: '¿Cuándo?'. Creo que es una línea borrosa, un barómetro de necesidad y deseo. Depende por completo del individuo, y depende de lo que te estén sirviendo. A veces, sólo queremos probarlo. Otras veces, no hay suficiente, el vaso no tiene fondo. Y lo único que queremos es más."
Meredith Grey.

Capítulo 3. Hazme perder el control.
"Los cirujanos son unos obsesos del control. Con un bisturí en la mano te sientes imparable, no hay miedo, no hay dolor. Eres un gigante a prueba de balas. Pero cuando sales del quirófano, toda esa perfección, todo ese control se van a hacer gárgaras.
A nadie le gusta perder el control, pero cuando eres cirujano no hay nada peor. Es un síntoma de debilidad, de no estar atento. Aún así hay veces en que no puedes evitarlo. Cuando el mundo deja de girar y te das cuenta de que tu pequeño bisturí no va a ayudarte. Da igual que lo intentes evitar, caerás, y da mucho miedo. Aunque hay una ventaja en la caída libre, que tus amigos pueden agarrarte."
Meredith Grey.

Capítulo 4. Que no, que no, que no.
"La clave de la supervivencia cuando eres interno está en negar. Negar el cansancio, negar que tenemos miedo, negar que deseamos el éxito, y lo más importante: negar que negamos. Vemos lo que queremos ver, y creemos lo que queremos creer. Y funciona, nos mentimos a nosotros mismos, tanto que con el tiempo nos creemos nuestras mentiras. Negamos tantas cosas que ya no reconocemos la verdad delante de nuestras narices.
A veces la realidad entra a escondidas y nos muerde el culo. Y cuando el dique revienta sólo te queda nadar. El mundo de los engaños es una jaula. Sólo podemos autoengañarnos un tiempo determinado. Nos cansamos, tenemos miedo. Negarlo no cambia la realidad. Antes o después tenemos que dejar de lado las negociaciones y enfrentarnos al mundo cara a cara con todas nuestras armas. Cuando el dique revienta te espera un océano enorme. Pero cómo logras no ahogarte."
Meredith Grey.

Capítulo 5. Que venga el dolor.
"El dolor adjunta formas diversas. Una punzada, una leve molestia, dolor sin más. El dolor con el que convivimos a diario. Pero hay un dolor que no podemos olvidar, un dolor tan enorme que borra todo lo demás. Y hace que el mundo se desvanezca. Hasta que sólo podemos pensar en cuánto daño hemos hecho. Cómo enfrentarnos al dolor depende de nosotros. El dolor: anestesiarlo, aguantarlo, aceptarlo, ignorarlo. Para algunos la mejor manera de enfrentarse a él es seguir viviendo.
El dolor: sólo hay que aguantarlo, esperar a que se vaya por sí sólo y a que la herida que lo ha causado cicatrice. No hay soluciones ni respuestas sencillas, sólo hay que respirar hondo y esperar a que se calme. La mayoría de las veces el dolor puede aliviarse. Pero a veces llega cuando menos te lo esperas, te da un golpe bajo y no te deja levantarte. Hay que aprender a aceptar el dolor, porque lo cierto es que nunca te abandona y la vida siempre lo acrecienta."
Meredith Grey.

Capítulo 6. Voy hacia ti a toda máquina.
"Se puede dividir a la gente en dos grupos: aquellos a los que le gustan las sorpresas, y a los que no. A mí no me gustan. Nunca he conocido a un cirujano al que le gusten las sorpresas porque en esta profesión hay que saberlo todo. Cuando no es así, la gente muere y llegan las demandas. ¿Estoy divagando? Creo que sí. Lo que quería decir, porque quería decir algo, no tiene que ver con las sorpresas, con las demandas, con las muertes ni con los cirujanos. Ésta es la cuestión: quien dijo 'ojos que no ven, corazón que no siente' era un gilipollas. Para la mayor parte de la gente que conozco no hay nada peor que no saber lo que ocurre. Bueno, vale, tal vez haya algo peor.
Si eres cirujano, debes conocer muchos detalles, debes saber que tienes lo que se requiere. Saber cómo cuidar a los pacientes, y cómo cuidar los unos de los otros. A veces, tenemos que intentar cuidar de nosotros mismos. Como cirujanos tenemos que saberlo todo, pero como seres humanos, a veces, es mejor no ver nada. Porque cuando no ves nada, puede que sientas temor, pero te quedan esperanzas."
Meredith Grey.

Capítulo 7. Algo de lo que hablar.
"La comunicación es una de las primeras cosas que aprendemos en la vida. Es curioso que conforme vamos creciendo, asimilando palabras, y aprendiendo a hablar, menos sabemos qué decir o cómo pedir lo que queremos de verdad.
Al final, no puedes evitar hablar de ciertas cosas. Hay cosas que no queremos escuchar. A veces, hablamos porque no podemos estar callados más tiempo. Hay cosas que exceden a las palabras, son producto de la acción. A veces, hablas porque no hay alternativa. Otras cosas te las reservas. Y no siempre, pero de cuando en cuando, algunas cosas hablan por sí solas."
Meredith Grey.

Capítulo 8. Déjalo estar.
"En el instituto, en clase de Literatura, tuvimos que leer 'Romeo y Julieta' para subir la nota. La señorita Schneider nos hizo representar la obra. Así, a un chico le tocó Romeo, y a mí, cosas del destino, Julieta. Las demás estaban celosas, pero yo tenía otra opinión. Le dije a la señorita Schneider que Julieta era idiota: se enamora del único al que no puede tener a su lado y después culpa al destino de su propia decisión. La señorita Schneider me dijo que cuando el destino se cruza en tu camino, a veces, no tienes alternativa. A los catorce años, ya tenía muy claro que el amor, como la vida, es fruto de las decisiones. Y el destino no tiene nada que ver. A todos les parece tan romántico 'Romeo y Julieta'. El amor verdadero. ¡Qué pena! Si fue tan tonta como para enamorarse del enemigo, tomar veneno e irse a dormir a una cripta, se merecía lo que le pasó.
Quizá Romeo y Julieta estuvieran destinados a unirse, aunque sólo durante un tiempo. Luego pasó su momento. Si lo hubieran sabido, tal vez todo habría ido bien. Le dije a la señorita Schneider que cuando fuera mayor tomaría las riendas de mi destino, que no dejaría a ningún hombre arrastrarme al abismo. Me respondió que si alguna vez sentía la pasión, podría considerarme afortunada, y que si la encontraba, no nos separaríamos nunca. Yo sigo creyendo que el amor es una cuestión de decisiones. Hay que dejar a un lado el veneno y la daga, y buscar tu propio final feliz, casi siempre. Pero a veces, a pesar de decidir lo mejor que puedes y de tus intenciones, el destino termina por ganar."
Meredith Grey.

Capítulo 9. Gracias por los recuerdos.
"La gratitud, el agradecimiento, dar las gracias, no importa las palabras que utilices. Todo significa lo mismo: felices. Todos deberíamos ser felices, dar gracias por los amigos, por la familia, alegrarnos de estar vivos. Nos guste o no. 
Puede que no tengamos que ser felices. Puede que la gratitud no tenga nada que ver con la alegría. Puede que ser agradecido signifique estar contento con lo que tienes. Apreciar las victorias, admirar la lucha que implica seguir viviendo. Quizá estemos agradecidos por lo que nos resulta familiar, y puede que por las cosas que no sabremos nunca. Al final del día, el simple hecho de tener el valor de no derrumbarnos es suficiente motivo para celebrarlo."
Meredith Grey.

Capítulo 10. Mucho, demasiado.
"En la infancia eran los dulces de Halloween, te escondías de tus padres y comías hasta ponerte malo. En la universidad, era la peligrosa combinación del tequila y, bueno, ya sabéis... En la cirugía, hay que disfrutar de los buenos momentos porque no suele haber tantos como desearías. Lo bueno no es siempre lo que parece. Abusar de cualquier cosa, incluso del amor, no siempre es conveniente. 
¿Cómo sabes cuándo demasiado es demasiado? ¿Demasiado pronto? ¿Demasiada información? ¿Demasiada diversión? ¿Demasiado amor? ¿Demasiado que preguntar? ¿Y cuándo es demasiado para soportarlo?"
Meredith Grey.

Capítulo 11. Dueño de un corazón solitario.
"Hace cuarenta años, Los Beatles hicieron una pregunta muy sencilla al mundo: querían saber de dónde procedía tanta gente sola. Mi última teoría es que una gran parte procede de los hospitales, más concretamente de la Unidad de Cirugía. Los cirujanos ignoramos nuestras necesidades para atender las de nuestros pacientes, ignoramos a nuestros amigos y a nuestras familias, para poder salvar a los amigos y a las familias de los demás. Al final, lo único que nos queda somos nosotros mismos. Y nada en este mundo puede hacerte sentir más solo. 
Hace cuatrocientos años, otro inglés muy conocido dio su opinión sobre la soledad: John Tom. Él pensaba que nunca estábamos solos, claro que, no puedo compararme a él. El hombre no es una isla, es un continente. Lo de la isla, quería decir que todo el mundo necesita a otra persona para apoyarse, para saber que no estamos solos. ¿Y quién dice que ese alguien no pueda tener cuatro patas? Alguien con quien jugar o con quien correr, o con quien simplemente estar."
Meredith Grey.

Capítulo 12. La abuela fue arrollada por un reno.
"Es una leyenda urbana pensar que el índice de suicidios aumenta durante las fiestas. En realidad, disminuye. Los expertos creen que la gente piensa menos en suicidarse cuando está rodeada de su familia. Irónicamente se cree que esa unidad familiar es el motivo por el que las depresiones aumentan en las fiestas. Bueno, vale, Izzie no cuenta. 
Un viejo proverbio dice que no puedes escoger a tu familia: aceptas lo que te ha deparado el destino. Y te guste o no, la quieras o no, la entiendas o no: la aceptas. Pero una escuela de pensamiento afirma que la familia en la que naces sólo es un punto de partida. Te alimentan, te visten y cuidan de ti hasta que estás listo para adentrarte en el mundo y encontrar tu propia tribu."
Meredith Grey.

Capítulo 13. Comienza el comienzo.
"Gracias al calendario, volvemos a empezar todos los años. Sólo hay que esperar a enero. La recompensa por sobrevivir a la Navidad es el Año Nuevo, que viene acompañado de los tradicionales buenos propósitos. Dejas atrás el pasado y vuelves a empezar. Es difícil resistirse a la oportunidad de volver a empezar de nuevo, de dejar tus antiguos problemas a un lado. 
¿Quién decide cuándo acaba lo viejo y empieza lo nuevo? No es un día del calendario, ni un cumpleaños, ni un nuevo año. Es un acontecimiento, grande o pequeño, algo que nos cambia, que nos trae esperanzas. Una nueva forma de vivir y contemplar el mundo. Para dejar marchar los viejos hábitos, los recuerdos. Lo importante es saber que siempre se puede volver a empezar. Aunque también es importante recordar que entre todo lo malo, siempre hay cosas a las que merece la pena aferrarse."
Meredith Grey.

Capítulo 14. Cuéntame dulces mentirijillas.
"A los médicos se les enseña a ser escépticos porque los pacientes casi siempre mienten. La regla es que todos los pacientes mienten mientras no se demuestre lo contrario. Mentir está mal. Eso nos dicen constantemente desde que nacemos. La sinceridad es la mejor cualidad, la verdad te hará libre, no mentirás, y esas cosas... Lo cierto es que, a veces, hay que mentir. Nos mentimos a nosotros mismos porque la verdad es muy dolorosa. 
Por mucho que intentemos ignorarlas o negarlas, las mentiras caen por su propio peso. Nos guste o no. Pero la verdad de la verdad es que duele. Así que, mentimos."
Meredith Grey.

Capítulo 15. Ábrete camino.
"En cirugía, hay un línea roja en el suelo que separa los lugares del hospital accesibles para todos de los que sólo lo son para unos pocos. No se pueden cruzar sin autorización. Las líneas se trazan por algún motivo: para salvaguardar, para garantizar, para prohibir. Si decidís cruzar la línea, lo haces por tu cuenta y riesgo. Entonces, ¿por qué cuanto más ancha es la línea más nos apetece cruzarla? 
No podemos evitarlo: vemos una línea y queremos cruzarla. Quizá por la emoción que nos produce pasar de lo familiar a lo desconocido, una especie de reto personal. El problema es que en cuanto cruzas es casi imposible volver atrás. Pero si consigues quedarte al otro lado, te sentirás mucho más seguro."
Meredith Grey.

Capítulo 16. Es el fin del mundo.
"Es una mirada en los ojos de los pacientes, es el olor de la muerte, una especie de sexto sentido. Cuando el más allá viene hacia ti, sientes sus pasos. ¿Cuál de tus sueños quieres cumplir antes de morir? Evidentemente éste no es mi sueño. Ya os lo decía: no era mi sueño."
Meredith Grey.

Capítulo 17. Tal y como lo conocemos.
"En los hospitales, dicen que lo sabes, que sabes cuándo vas a morir. Algunos médicos dicen que es una mirada en los ojos de los pacientes. Otros dicen que es un olor, el olor de la muerte, y otros creen que es un sexto sentido. Cuando el más allá viene hacia ti, sientes sus pasos. Sea como sea, es escalofriante. Si lo sabes, ¿qué puedes hacer para evitarlo? Hay que olvidarse de que estás muerto de miedo. Si supieras que éste iba a ser tu último día en la Tierra, ¿cómo querrías pasarlo?
Si supieras que éste iba a ser tu último día en la Tierra, ¿cómo querrías pasarlo?"
Meredith Grey.

Capítulo 18. Ayer.
"Después de considerarlo mucho y de muchas noches en vela, he llegado a la siguiente conclusión: los adultos no existen. Nos mudamos, dejamos atrás a nuestras familias y formamos la nuestra. Pero las inseguridades de siempre, los miedos de siempre y las viejas heridas siguen creciendo en nuestro interior. Y cuando creemos que la vida y las circunstancias nos han obligado a convertirnos de una vez por todas en adultos, tu madre te dice algo así. O algo peor, como esto. Crecemos, somos más altos, más mayores, pero en general seguimos siendo unos niños que corretean en el parque, intentando encajar desesperadamente. 
He oído que es posible madurar, pero nunca he conocido a nadie que lo haya hecho. Sin padres a los que desafiar, rompemos las reglas que nos hemos impuesto. Cogemos berrinches cuando las cosas no son como queremos. Susurramos secretos a nuestros mejores amigos en la oscuridad. Buscamos consuelo donde nos lo den. Albergamos esperanzas contra toda lógica, contra toda experiencia. Como los niños que no abandonan sus anhelos."
Meredith Grey.

Capítulo 19. ¿Qué he hecho yo para merecer esto?
"A veces, hasta la mejor de las personas toma decisiones precipitadas, malas decisiones, decisiones de las que somos conscientes de que nos arrepentiremos a la mañana siguiente. Bueno, tal vez no del todo, porque por lo menos nos hemos lanzado. Pero aún así, algo en nuestro interior decide hacer alguna locura, que sabemos que se dará la vuelta y nos morderá el culo. Pero la hacemos de todos modos. Lo que quiero decir, es que recogemos lo que hemos sembrado. Nos devuelven nuestros actos. Es el karma, y lo mires por donde lo mires, es un asco. Como decía, la venganza es una furcia.
De una forma u otra, nuestro karma nos obligará a enfrentarnos a nosotros mismos. Podemos mirar al karma a los ojos o esperar a que nos ataque por la espalda. De un modo u otro, nuestro karma acaba encontrándonos. La verdad es que como cirujanos tenemos más oportunidades de que la balanza caiga de nuestro lado. Por mucho que lo intentemos no podemos escapar de nuestro karma, nos persigue hasta casa. En realidad, no podemos quejarnos de nuestro karma, no es injusto, no es inesperado, sólo iguala la balanza. Incluso cuando estamos a punto de hacer algo, el karma siente tentaciones de mordernos el culo, aunque nos da igual. Lo hacemos de todos modos."
George O'Malley.

Capítulo 20. La tirita cubre la herida de bala.
"Los pacientes siempre les dicen a los médicos cómo harían su trabajo: 'Póngame una tirita y mándeme a casa'. Es fácil sugerir una solución cuando no sabes mucho del problema, cuando no comprendes lo que se esconde tras él, o no sabes lo profunda que es la herida. El primer paso para curarse es conocer exactamente la enfermedad, pero la gente no quiere oírlo. Hay que olvidar el pasado que nos trajo donde estamos, ignorar futuras complicaciones y optar por la solución más rápida. 
Como médicos, como amigos, como seres humanos, intentamos hacerlo lo mejor que podemos. Pero la vida está llena de giros inesperados. Y justo cuando vuelves a sentirte seguro, la Tierra que hay bajo tus pies se desplaza y caes al suelo. Si tienes suerte, terminas con heridas superficiales, heridas que pueden cubrirse con una tirita. Pero algunas heridas son más profundas de lo que parecen y requieren más cuidados. A algunas heridas hay que quitarles la tirita, dejar que respiren y esperar un tiempo para que se curen."
Meredith Grey.

Capítulo 21. Superstición.
"Mi universidad tiene una estatua mágica. Existe la tradición de que los estudiantes froten su nariz contra ella para que les dé suerte. Mi primera compañera de habitación creía en el poder de la estatua e insistía en que fuéramos a frotarnos la nariz antes de cada examen. Habría sido mejor que mi compañera estudiara: no pasó de segundo. Todos tenemos nuestras pequeñas supersticiones. Si no es creer en estatuas mágicas, puede ser no pasar por bajo escaleras o levantarte con el pie derecho, tocar madera, en martes ni te cases ni te embarques. Lo que no queremos es ofender a los dioses. 
Las supersticiones vagan entre lo que controlamos y lo que no. Una moneda en el suelo, cógela y se irá el mal agüero. Nadie quiere desaprovechar la buena suerte, pero, ¿ayuda decirlo treinta y tres veces? ¿Alguien nos escucha? Y si nadie nos escucha, ¿por qué nos molestamos en hacerlo? Recurrimos a la superstición porque somos lo bastante listos para saber que no tenemos todas las respuestas. La vida está llena de sendas misteriosas. No rechaces los amuletos, vengan de donde vengan."
Meredith Grey.

Capítulo 22. El nombre del juego.
"Un buen partido de baloncesto puede hacerte vibrar. En él cuentan la gloria, el dolor, y por supuesto, las jugadas. Y luego están los juegos solitarios, los juegos en los que sólo participa uno. Jugamos a los juegos psicológicos para pasar el tiempo, para que la vida sea más interesante, para distraernos de lo que pasa en realidad. Hay personas a las que les encanta jugar, cualquier juego, y hay personas a las que nos gusta jugar tal vez demasiado. 
La vida no es un juego con público. Ganar, perder, empatar. El juego evoluciona, lo queramos o no. Así que, sigue, peléate con el árbitro, cambia las reglas, haz trampas, tómate un respiro y no olvides tus heridas, pero juega: juega. Esfuérzate, juega rápido, con soltura y libertad, como si no hubiera un mañana. No se trata de ganar o perder, se trata de cómo juegues, ¿no?"
Meredith Grey.

Capítulo 23. Blues para la hermana de alguien.
"La clave para ser un buen interno reside en las renuncias: a dormir, a los amigos, a una vida normal. Lo sacrificamos todo por un momento de gloria, el momento en que puedes llamarte cirujano con todas las de la ley. Hay días en que los sacrificios merecen la pena. Y días en los que todo parece un sacrificio. Y luego están los sacrificios que haces sin saber muy bien por qué los haces. 
Un sabio dijo una vez: 'Puedes tener lo que quieras si sacrificas todo lo demás'. Quería decir que no hay nada que no tenga un precio. Así que antes de luchar, más vale que pienses cuánto quieres perder. A menudo, perseguir lo que deseas significa renunciar a lo que sabes que es correcto. Dejar entrar a alguien significa derribar los muros que has construido durante toda tu vida. Claro que los sacrificios más difíciles son los que no vemos venir, cuando no tenemos tiempo de pensar una estrategia, de apartarnos, o de calcular las bajas. Cuando eso pasa, cuando la batalla nos escoge a nosotros y no al contrario, el sacrificio puede llegar a ser mayor de lo que podemos soportar."
Meredith Grey.

Capítulo 24. Caso de daños.
"Vamos por la vida chocándonos contra lo que se nos pone por delante: astillando, rompiendo, hiriéndonos a nosotros mismos y a los demás. El problema es hallar la forma de controlar el daño que hemos hecho o que nos han hecho. A veces el daño nos coge por sorpresa. A veces creemos que podemos repararlo. A veces ni siquiera vemos los daños. 
Todos estamos heridos. Algunos más que otros. Llevamos el dolor acuestas desde la infancia. Y cuando crecemos lo llevamos lo mejor que podemos. Al final, todos hacemos daño. Y luego intentamos repararlo lo mejor que podemos."
Meredith Grey.

Capítulo 25. Diecisiete segundos.
"Nos enseñan que hay siete pecados capitales. Todos conocemos los más importantes: gula, soberbia, lujuria. Hay un pecado del que no oímos hablar mucho: la ira. Tal vez porque pensamos que no es tan peligrosa, que podemos controlarla. Quería decir que puede que no nos tomemos en serio la ira, y quizá es más peligrosa de lo que pensamos. Cuando se trata de comportamientos destructivos, la ira es el número uno. 
¿Qué diferencia la ira del resto de los pecados capitales? Lo cierto es que es sencillo: si pecas por envidia o soberbia, sólo te haces daño a ti mismo. Con la lujuria y la avaricia, te hieres a ti mismo o algún otro, pero la ira es lo peor. El padre de todos los pecados. La ira te lleva a cruzar los límites, y cuando lo hace, puedes llevarte a mucha gente por delante."
Meredith Grey.

Capítulo 26. Huye o lucha.
"Los humanos necesitamos muchas cosas para sentirnos vivos: la familia, el amor, el sexo. Pero sólo necesitamos una para vivir: los latidos del corazón. Cuando nuestro corazón está en peligro, reaccionamos de dos maneras: o salimos corriendo, o atacamos. Hay un término científico para esto. Luchar o volar: es el instinto, no podemos controlarlo. O sí."
Meredith Grey, George O'Malley, Cristina Yang, 
Isobel 'Izzie' Stevens, Derek Sheperd, Addison Montgomery-Sheperd, Alex Karev, Preston Burke, y Richard Webber.

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